LA LEYENDA DE DON PANCHO GUTIERREZ

Corría el año de 1866 aprox. En Teoloyucan Méx. Cuenta la leyenda de Don Gutiérrez un hombre que había descubierto la manera de asaltar las diligencias llenas de oro que provenían de Querétaro, las cuales pasaban por el antiguo camino real que venía desde la antigua hacienda de Xalpa Huehuetoca y se desviaban hasta la hacienda de 4 milpas ahora Fes C- 4 Cuautitlán. Hoy conocido como Carreteras las Animas Teoloyucan- Coyotepec.

En la esquina de hacienda de Xochitla antes conocida como la “hacienda del ahorcado”, estaba un viejo puente de piedra llamado “Puente Grande”, que en lazaba la carretera Teoloyucan Cuautitlán, ahí escondió mucho oro, Gutiérrez era un joven que se aseguraba que nadie supiera el lugar del su escondite haciendo que sus cómplices cavaran y cuando terminaban de depositar el tesoro los mataba y ellos eran enterrados junto con el botín. Asi pasaron muchos años asaltando y matando a todo los que pasaban por el “Camino Real”.

Sin embargo, aunque había diligencias sin nada de valor los DESPOJABAN DE SUS PERTENENCIAS, ABUSABA DE ELLOS Y LOS ELIMINABA, a caravanas de más de 20 personas sin ninguna consideración, convirtiéndose así en el lugar de las “Animas”. La cabeza de Gutiérrez ya tenía precio por varios hacendados, más nadie lo podía encontrar. Tenía muchas mujeres e hijos regados por todos lados.

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Aseguraban que Gutiérrez hizo pacto con un CHARRO NEGRO que lo visitaba en las madrugadas.

Unas de sus muchas haciendas, pues ya para entonces era poseedor de varios ranchos como el “Rancho San Ramón,” en Visitación, “La ponderosa” en la carretera Zumpango –Teoloyucan, “Rancho el Tejocote”, en las orillas de San Mateo, “Rancho las brujas” en Teoloyucan, etc. Así como varias casonas y propiedades.

Las personas que trabajaban en los ranchos le tenían mucho miedo pues siempre andaba de mal humor y era mal encarado, cual mas no obedecía correctamente lo eliminaba en ese instante fuera quien fuera o los pateaba y golpeaba violentamente y con el fuete o chicote de los caballos los dejaba sin vida y bañados en sangre.

En una emboscada a uno de sus ranchos cayó abatido en un ajuste de cuentas, así terminó Don Gutiérrez como le llamaban, llevándose el secreto de sus tesoros a la tumba.

En la iglesia de San Antonio de Padua en Teoloyucan se llevó el cortejo fúnebre. Cuando estaban en plena misa de cuerpo presente se escucharon los cascos de varios caballos y las personas ahí presentes voltearon asombrados, eran más de diez jinetes que entraron hasta el recinto de la iglesia suspendidos en el aire y no se les veía el rostro a los jinetes, pero tampoco pisaban el suelo, al tiempo que se levantó una tremenda polvareda oscureciendo todo, se escuchaban aullar de perros que se metían hasta por debajo de las bancas, pasaron unos instantes y todos cayeron de rodillas por tan tremendo susto a plena luz del día. Los jinetes entraron hasta el altar y salieron rápidamente, pero los asistentes a dicha ceremonia a pesar del susto decidieron continuar con la misa y el sacerdote puso orden para tranquilizar a los presentes.

Sin embargo, al terminar la misa se dieron cuenta que el féretro ya no pesaba nada y decidieron abrir para cerciorarse, la gran sorpresa el charro negro se había llevado en cuerpo y alma al perverso don Gutiérrez. La gente estaba en Shock cuando después de mucho asombro y parloteo el Cura del pueblo dio la orden de que asi se llevara el féretro vacío a sepultar y no se comentara más del asunto, Hoy en día en la tumba se encuentra un enorme cristo crucificado que descansa bajo dos enormes columnas de cantera negra. Si visitas el panteón municipal de Teoloyucan es fácil hallar la tumba por la majestuosidad y el tamaño del cristo.

Sin embargo, en los años 80s durante los trabajos de la ampliación de la carretera fue encontrado, uno de los muchos tesoros de Don Gutiérrez en el antiguo puente de piedra que está en la esquina del hoy parque Xochitla conocido como “Puente grande”. A ese día los trabajadores le llamaron “La lluvia de oro”, ya que la excavadora que trabajaba en el lugar al momento que saco un tajo de tierra y elevo su enorme brazo dejo caer una lluvia interminable de centenarios que a plena luz del día parecía una hermosa lluvia de oro, de inmediato cedió parte a las autoridades del gobierno de Cuautitlan Izcalli quien tomo posesión y resguardo de más de 100 barriles que contenían entre joyas, monedas y lingotes de oro. Asi se desplegaron cientos de soldados del Ejército Nacional, cerrando todas las vías alternas y durante varios días estuvieron ahí presentes.

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